No sé adónde vas, ni por qué caminos
te lleva el destino que nunca acierto
a descubrir la ruta de tus pasos,
la senda que conduce a tu universo.
No sé lo que siento, o qué me pasa,
que a veces la noche me desborda,
el frío de la muerte entra en mis huesos
y se adueña de mi alma de gaviota.
No sé de qué manera, ni sé dónde,
ni sé cómo, ni sé cuando empezó
a trepar la amargura por mis venas
y a herirme la negrura del carbón.
No sé por qué el amor izó sus velas
más audaces si sabía que el flujo
del viento y la marea de la vida
te arrastrarían lejos de mi mundo.
No sé con qué ternura vestirán
tu cuerpo mis abrazos si algún día
las olas derramaran en mis playas
la espuma de tu loca fantasía.
No sé qué, ni sé como, ni sé cuando,
ni dónde, ni por qué, ni de qué modo
se abrirá la serpertina del tiempo
y pondrá al descubierto tus tesoros.
No lo sé, pero te espero aquí, anclado
en la amarga bahía del insomnio.