Y yo me quedé parada
En la esquina del tempo,
En aquella desesperación, percebiendo
Las arrugas causadas por el sufrimiento...
Entre lo enmarañado de la misma
Arteria coronaria, entre el vacío y el
Ideal que se destroza...
Y quedó pereciendo a mi lado la
Esperanza, gris, macilenta
De una guerra que
Bien hubiera podido ser bonanza...
Un sueño dorado, escapando,
Entre dedos enflaquecidos.
Luchando contra los temporales,
Contra pesadillas enfurecidas!
Uno a uno todos se iban
En una procesión macabra...
Diciendo cobardemente adiós,
A un alma que se acaba...
Y en la esquina del tiempo, quedó
Una lágrima regando a una pobre
Plantita frágil que el impiadoso
Viento, de un pequeño soplo, consiguió
Matar!...