Me ahogo en el mar de la tristeza.
Voló el gorrión en busca de su hembra.
Quedó vacío el nido de mi vientre,
la carne de mi carne que engendré.
Abrazo a la distancia en su lugar.
Beso aquel retrato enmarcado
que inmutable mira fijamente.
La impotencia me invade y exaspera.
Engatuso a mi mente en el tiempo:
permanece desordenada su habitación,
las colillas de cigarro siguen en el piso,
contemplo su dibujo pintado en la pared,
sus fantasmas bailan con los míos.
¿Cómo me sentiré mañana?:
¡mañana será otro día!